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¿Integrar a Hizbulá en el ejército libanés?

(Foto: Tanques M-60 del ejército libanés durante el desfile del pasado día 1 de agosto. Los blindados norteamericanos datan de 1960)

¿Integrar a Hizbulá en el ejército libanés?

Por Javier Espinosa
elmundo.es blogs

11 AGO 2010 11:03

BEIRUT.- El informe pasó completamente desapercibido en la prensa española pese a que su posible implementación supondría un cambio revolucionario en la postura de Washington respecto a Oriente Próximo.

El llamado “Equipo Rojo” del Comando Central de EEUU fue establecido en el 2006 como un grupo de expertos dedicados a analizar situaciones vitales para el ejército. Como relata el periodista y premio Pulitzer Thomas E. Ricks en su libro “The Gamble”, los think tank internos del ejército norteamericano se han convertido en un elemento definitivo para orientar la acción de los uniformados gracias al apoyo que han recibido de generales como David Petraeus o Raymond Odierno. De hecho, la famosa ofensiva de Irak fue diseñada por una de esas agrupaciones de analistas, según revela Ricks.

El caso es que el citado “Equipo Rojo” realizó un informe el pasado mes de mayo en el que se arremetía contra muchos de los principios sacrosantos que rigen actualmente la actuación estadounidense en Oriente Próximo y sugería que lejos de mantenerse aferrados a la clasificación de Hizbulá y Hamás como grupos “terroristas” se intentara negociar con estos movimientos a los que definía como “pragmáticos y oportunistas”.

La tesis era todavía más atrevida y abogaba por intentar integrar a Hizbulá en el ejército libanés y a Hamas en las fuerzas de seguridad palestinas. En el caso del movimiento que lidera Hassan Nasrallah los expertos establecían un paralelismo con la desactivación del IRA británico y decían que se debía adoptar la misma estrategia.

El papel de asistencia de EEUU a unas fuerzas libanesas que incluyan a Hizbulá y la continuación del entrenamiento de las fuerzas de seguridad palestinas en una entidad que incluya a Hamas en el gobierno sería más efectivo” que el actual sistema, se lee en el documento.

La hipótesis de incluir a Hizbulá en el ejército libanés es una tesis que han defendido públicamente hasta muchos de sus enemigos más acérrimos. “Podrían ser una especie de unidad especial dedicada a proteger la frontera pero el mando tendría que ser del ejército. La decisión de ir o no a la guerra tiene que ser patrimonio del Estado”, me explicaba hace ya dos años el aliado del primer ministro Saad Hariri y actual ministro de Trabajo Boutros Harb, uno de los oponentes más firmes del grupo shií.

Esta es la opción que se ha adoptado en incontables conflictos y que ahora mismo se utiliza en Irak bajo el padrinazgo de EEUU para asimilar a las milicias suníes llamadas Sahwa, que se están fusionando co el ejército y las fuerzas de seguridad incluso cuando muchos de ellos admiten sin reparo que militaron en las filas de Al Qaeda y protagonizaron actos execrables.

El análisis del “Equipo Rojo” descalifica además la tradicional postura israelí basada en la fuerza y dice que puede resultar contraproducente en ambos casos. “En vez de explotar la vena independiente de Hizbula.. las acciones israelíes pueden tener el efecto inverso reforzando sus lazos con Irán”, se afirma.

Un aviso premonitorio si se advierte que ayer mismo Teherán se ofreció a colaborar militarmente no sólo con el movimiento que dirige Hassan Nasrallah sino con el ejército libanés, días después de que el congresista norteamericano Howard Berman –el mismo que ha declarado que antes de ser “demócrata” ya era “sionista”- bloqueara a principios de este mes la entrega de 100 millones de dólares en asistencia a los uniformados del país árabe.

El gesto intentó relacionarse con el suceso del día 3, en el que un enfrentamiento en la frontera libanesa-israelí acabó con cuatro muertos, aunque la decisión de Berman fue anterior a la refriega. En cualquier caso, el poderoso lobby pro israelí aprovechó el suceso para lanzar una ofensiva dialéctica contra la cooperación de EEUU y los militares libanés.

El ejército libanés se creó el 1 de agosto de 1945 –hace días que celebró su 65 aniversario- bajo el mandato de Fouad Chehab. En aquel entonces sólo disponía de 2676 hombres. Hoy son cerca de 60.000 pero un simple repaso al material que exhibe –jeeps, helicópteros y tanques propios de la guerra de Vietnam- permite apercibirse de las notables carencias que enfrenta.



El primer ministro Saad Hariri y otros dirigentes políticos allegados al ejecutivo local me han reconocido en estos últimos meses que el Líbano sufre una suerte de embargo occidental en lo que se refiere a armamento sofisticado.

Frente a los 3.000 millones de dólares que otorga cada año a Israel, EEUU ha donado poco más de 720 millones al Líbano desde el 2006. Entre el material suministrado figuran todo terrenos Humvee, rifles, visores nocturnos o lanzagranadas pero casi ningún tipo de armamento pesado.

Para Ahmad Hariri, primo del jefe del gobierno y secretario general del partido Mustaqbal, no hay duda: la postura de EEUU está influida por “el lobby israelí que existe en ese país”.

La posición de EEUU no es única. El diputado francés Gerard Bapt, miembro del grupo de amistad franco-libanés, advirtió el viernes pasado que París está retrasando el envío de misiles para los helicópteros de la fuerza aérea del Líbano y se preguntaba si esta actitud estaba motivada por “presiones israelíes”.

Pero también existía hasta ahora otra razón para justificar tal circunstancia. Como escribía The Daily Star en su editorial del día 4, Líbano mantuvo durante años la “filosofía de que si el ejército libanés permanecía débil Israel no se molestaría en lanzar una guerra contra él”. Sin necesidad de recordar los ataques recurrentes que ha sufrido la nación árabe desde que concluyó la guerra civil, el matutino añadía: “esa postura ha demostrado ser un error una y otra vez. No sólo no ha disuadido los asaltos israelíes sino que ha permitido el fortalecimiento de las diferentes milicias palestinas y de Hizbulá”.

Este comportamiento parece estar sufriendo una transmutación radical, algo que confirmarían los combates del día 3. El presidente Michel Sleiman y el gobierno libanés han decidido reforzar el papel de las fuerzas armadas incluso si EEUU y Europa continúan apegados al boicot inspirado por Israel, y “cambiar las reglas” de actuación de sus militares frente a las tropas de Tel Aviv, según indicó el propio jefe de Estado en su visita a la frontera común.

(Foto: Sleiman, Hariri y el emir de Qatar durante el aniversario del ejército libanés)

El dirigente druso Walid Jumblat, representado también en el gabinete, apostó por “conseguir el armamento apropiado en cualquier parte del mundo” y un día después el ministro del Interior, Siad Baroud anunciaba que se va a diseñar un plan de 5 ó 6 años para cubrir las deficiencias armamentísticas del ejército, que el diario Al Akbar estimó requeriría una inversión de 20.000 millones de dólares.

Hasta Mohamed Chatah, un asesor de Saad Hariri -quien ha sido uno de los más firmes aliados de Washington durante estos últimos años- se permitió desaprobar la suspensión de ayuda auspiciada por Berman calificándola de “lamentable e injustificada”. “La última cosa que debería hacer EEUU o cualquier otro amigo del Líbano es debilitar nuestros esfuerzos para reforzar el ejército”, precisó.

El hecho más fundamental al que se ha asistido en los últimos meses en Oriente Próximo no ha sido otro que a la ruptura de la alianza que mantenían Ankara y Tel Aviv, y al reposicionamiento de Turquía.

Aunque todavía es pronto para certificar si se trata de un hecho definitivo, las implicaciones de la mudanza que está sufriendo el escenario político libanés también podrían extenderse mucho más allá de su territorio como han advertido algunos analistas. La misma prensa israelí ha reconocido que el famoso factor de “disuasión militar” que ejercía Israel se está resquebrajando.

Para el director de Al Quds al Arabi, Abdel-Beri Atwan, los combates de Adeisseh marcan un nuevo desarrollo en el colapso de la cultura del miedo que ha prevalecido durante los últimos 30 años en la región. En el pasado Israel fue capaz de arrancar árboles, asaltar ciudades, violar espacios aéreos y ocupar tierras ante la ausencia de cualquier reacción árabe. Era capaz de aterrorizar a los regímenes árabes. Esa foto está cambiando muy rápido ante el repliegue de los regímenes y la irrupción de nuevos actores (se refiere a los grupos armados como Hizbula) que han comenzado a quebrar esa cultura del miedo”.

Esta nueva escenografía y la política inamovible de EEUU se ha traducido asimismo en el quebranto de la aureola idílica que había conseguido forjarse Barak Obama en la región, especialmente tras su famoso discurso de Egipto.

La última encuesta que realizó el think tank norteamericano The Brooking Institution refleja que el 62 por ciento de los árabes consultados tienen ahora una imagen negativa del presidente frente al 20 por ciento que todavía lo ve de forma positiva. Al comenzar su mandato la estadística era casi la inversa.